SAHAR
A veces me preguntó:
¿dónde está la poesía?
¿Está en el grito atragantado
de los tahúres
o en las olas del Mar de los Sargazos?
Escribir
un
verso
tras
otro
deshojando viejas margaritas...
¡Qué inútil desperdicio!
Tal vez la belleza no necesite
la presunción de los poetas.
Tal vez
-solo tal vez-
sea el agua cristalina
que limpie los ojos pegados
para ver el rostro marchito
de una niña de quince años
que cometió el error de nacer
a catorce mil kilómetros de mi jardín.