La lluvia se derrama en versos inconexos
sobre tu piel desnuda
mientras se apagan las luces de la tarde.
Hoy habrá dos lunas
pero no estarás aquí para verlas
brillando lejanas y ausentes,
desentendiéndose de nuestros sueños.
Tal vez baste abrirse paso entre la bruma
persiguiendo el resplandor del sol
que se adivina cercano.
Pero sobra el humo y el polvo blanco.
Sólo quiero azul del mar
y verdes prados.
Y las edades de los hombres que subyacen
bajo la piel de las hembras que los amaron
desafiarán el trato.
Recordaremos de nuevo a la lluvia
salpicando en los charcos.