No sé qué ocurre.
Han apagado la luz de las farolas.
Duermo con las ventanas abiertas
pero no se oyen canciones.
La casa se ha llenado del hedor
inconfundible de la tristeza
y, no sé que ocurre, pero
me cansan las palabras
que antes florecían y colgaban
como geranios en mi balcón.
No sé que ocurre.
Creo que quieren robarnos otro verano.
Que crezcan las arrugas
y los pechos declinen lacios
sin acordes de dedos que orquesten
el baile de los pájaros en su miel.
Y, no sé qué ocurre, pero
sin palabras y sin música yo perezco
en las orillas cenagosas
de otro abrazo vacío.