En las horas inciertas e inexplicables
de los despertares perezosos,
soñamos con un cielo imposible.
Hablamos de bosques quemados,
de fugitivos y de maquis.
De niños que hacían crujir las hojas
secas y caídas del otoño,
de infancias sonrientes
y pies descalzos.
De manzanas rojas en árboles
de primavera y hierba verde,
de juncos y de ranas.
De viajes astrales al cinturón de Orión
y a las brujas de Zugarramurdi.
Y hablamos de la lluvia.
de los despertares perezosos,
soñamos con un cielo imposible.
Hablamos de bosques quemados,
de fugitivos y de maquis.
De niños que hacían crujir las hojas
secas y caídas del otoño,
de infancias sonrientes
y pies descalzos.
De manzanas rojas en árboles
de primavera y hierba verde,
de juncos y de ranas.
De viajes astrales al cinturón de Orión
y a las brujas de Zugarramurdi.
Y hablamos de la lluvia.
Querías comerte mis nubes
y beber todos mis mares.
Discutimos durante horas
el sentido mágico del S.C.
Bromeamos Sin Comentarios.
Sonreímos con Sólo Cariño.
Rimamos los Sueños Cálidos.
Y, al final, lo averiguamos.