Si
escribiese como antes,
cuando los
girasoles cantaban,
y las
banderas rojas
flameaban en
libertad,
escribiría
que no me
importa la lluvia,
ni las palabras tendidas
ni tu piel
secándose
en la
frontera.
Te diría que
muero
y tú dirías:
“di, mejor,
espero”.
Pero no
espero.
Muero.
Sin ti,
no espero.
Muero.
Mas, es
mentirosa muerte
cuando los
visillos saben
de mariposas
noctámbulas,
de los
hogares en ruinas
y de tiempos
sin espera
donde no nos
encontramos.