Reías lleno de brotes,
rebosando primavera los bolsillos
y los ojos voladores
con el color de todas las olas.
Ese mar que traía historias
de otra orilla,
la de las palabras-granizo,
donde la poesía muere
antes de nacer.
No dejes que ese muro de hielo
separe las yemas de tus dedos
de mi mano abierta
al otro lado del tiempo.