Suave, frágil y tierna
como un pajarillo alegre,
como una gacela buena,
como una flor que no muere.
Como el perfume que embriaga,
como la luz que se enciende,
así eres tú, mi chiquilla,
como un premio que se obtiene.
Porque, así, vida mía,
con tus bondades perennes
encuentro paz y alegría,
recibo lo que tú tienes:
un trozo grande de Dios,
un corazón lleno de bienes.
Gracias, mi amor, por ser
tan dulce como las mieles.
Gracias por ser mi hija.
Gracias por ser quien eres.
Juan Díaz González, 20 de marzo de 1972
El cariño y la ternura de tu padre hacia ti está más que reflejado en este poema.
ResponderEliminarBesos,mi querida Amelia
Dulce y entrañable... percibo tus sentimientos...
ResponderEliminarUn abrazo Amelia
esta asturiana te da infinitas gracias por hacernos participes de este bello y entrañable poema y emocionar nuestros sentimientos. un besin muy grande.
ResponderEliminarTernura, sensibilidad, sentimiento, gratitud. ¿Qué más se puede pedir?
ResponderEliminarUn beso.
Ciertamente: un trozo grande de Dios. Y, por sus escritos, él también lo debía de ser.
ResponderEliminarBesos
Cuando nos traes a tu padre con tus versos, una emoción me recorre todo y creo entender el porqué de ese orgullo con que nos los muestras.
ResponderEliminarUn abrazo emocionado y fuerte para ti, Ame.
Leo
;)
Es un poema hermoso, qué duda cabe; pero yo creo que la discípula supero al maestro! Un fuerte abrazo
ResponderEliminarY tiene toda la razon, efectivamente, gracias por ser tú. Un abrazo.
ResponderEliminarMe gusta esa ternura que destilan los versos de tu padre, ésa que se quedó prendida en tus pupilas para simepre.
ResponderEliminarUn abrazo, hermana.
Ese padre que hoy evocas
ResponderEliminarcon su poema, merece
la hija que siempre fuiste
y la madre que hoy eres.
Nunca dudes, niña hermosa
que tu padre en ti florece:
te lo prueban las palabras
y los verbos que en ti crecen.
Si a jazmín hueles por dentro
es perfume de tus mieles
esas mieles que tu padre
supo apreciar desde siempre.
¿Cómo no amarte, sorgina
si amando haces fehaciente
el cariño de tu padre
de tus hijas y tu gente?
Ese hombre al que honras
con amor, constantemente,
me pide que deposite
un beso suyo en tu frente.
Como no puedo en persona
porque el mar es inclemente
recibe con estos versos
su encargo, que es mi presente.
(Para ti, Ame, con todo mi cariño y con todo respeto hacia tu amado padre).
Qué bellísimo poema te dedicó en su día tu padre, Amelia, orgulloso, como buen padre, de ti, como buena hija. Estos recuerdos nunca se olvidan: las cartas, los poemas, esas cosas por las que merece la pena de que la vida sea vivida.
ResponderEliminarOtro beso grande, mi niña.
Precioso poema, y como dice el refran de tal palo tal astilla, si tu padre escribe bien tu eres genial. besos María
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