Volveremos a las cavernas,
al silencio de los monasterios,
a las bocas tapiadas,
a los ojos de piedra.
Han levantado un muro
que condena las palabras
a la era de las razones.
Llega la asfixia y el frío
inconmensurable del averno
atravesando el vientre
de las mujeres mitológicas.
Y el verbo se hace pliegue de piel,
el rumor de una fuente que mana
cristales de silicio.
La nada.
El crepúsculo.
El enigma de los tres anillos.
muy bonitos esos cristales de silicio, ese crescendo enigmático y rumoroso.
ResponderEliminarSaludos blogueros
Mi Kayla-ratón de biblioteca sabía la parábola de los tres anillos ( menos mal).
ResponderEliminarLa verdad y la bondad siempre triunfan, Amelia.
Y triunfarán al final.
Un abrazo de las tres o cuatro que somos ahora mismo.
Dios, qué bien escribe esta mujer! Me vuelven loco, me embriagan de placer tus versos.
ResponderEliminarTengo la gran suerte de poder comentar el poema con su autora. Así que, pareciéndome un gran poema, muy ameliadiazbenlliure, no me resigno a dejar en blanco el enigma de los tres anillos, y la próxima vez que nos veamos, ése tema va a estar en el orden del día.
ResponderEliminar(Esta vez estarías en el bando de las/los poetas elípticos)
besos blogueros
He estado navegando y he encontrado la parábola de los tres anillos pero no el enigma.
ResponderEliminarLas cavernas nos esperan.
El horizonte es cada vez más negro.
Besos.