Él caminaba calle abajo
y cielo arriba. Sus ojos
miraban con la infancia
de los árboles desnudos.
Sus manos suspiraban
entre nubes de deseo.
Bebimos gin-tonics con Carver
en el café de los sábados
y escribimos a tres
los versos imposibles
de los años distantes.
Un hilo rojo manchó
su sonrisa de nieve.
Se perdió con la tarde.
joo es mu bonito,pero no entiendo nada jaja
ResponderEliminarLa verdad es que imposibles si son, jeje. Me ha gustado como escribes, te seguiré. Un saludo.
ResponderEliminarMaravilloso Amelia. Número uno de lo que te conozco.
ResponderEliminarBeso admirado.
A veces el destino nos coloca frente a frente seres deliciosos, con los cuales se comparte una copa, se dialoga de la poética de Carver y de tantos otros. Luego despertamos y nos damos cuenta, que el destino una vez más de nosotros se ha burlado.
ResponderEliminarUn beso Amelia.
Hermoso, triste y sugerente. Tres ingredientes de la buena poesìa.
ResponderEliminarBesos enormes, Ame.
Leo
Muy buen escrito Amelia, llegas donde queres llegar. Un abrazo amiga!!
ResponderEliminarQueda el recuerdo, los versos, el sabor inigualable del Gin y este poema, que te hace volver sobre la tarde.
ResponderEliminarMe gusta, mucho.
Un beso.
Gino.
(Será que seré amónimo el resto de mis días)
Me gusta leerte cuando pones el alma en cada palabra...
ResponderEliminarUn abrazo.
“Hoy como todos los días he reservado
ResponderEliminarel tiempo necesario para no hacer nada
de nada.”
Al leer tus versos he recordado esos tres versos de Carver, de su poema Pasando el tiempo.
Siempre es un placer sumergirme en este mar eterno.
Un beso.
Las líneas paralelas, a veces, se encuentran, y firman poemas tan buenos como estos versos imposibles. Carver creo que es más de whisky.
ResponderEliminarBeso admirado