Esa habitación vacía es testigo
de que la vida pasa,
de que no estás
ni vuelves.
O sí.
A veces vuelves, a ratos.
Y traes el viento frío del norte
y la luz de tu mirada alumbra menos.
Tengo mandarinas en la cocina
y todos los besos en mi horno.
Prometo regalarte la primavera.
Tienes tanto por entregar, ahora ¿él lo merecerá?.
ResponderEliminarUn beso Amelia.
Ausencia
ResponderEliminarLyon
besos
y abrazos para rodear su cara
y risas para trocear el cadalso
y la porfía
y los territorios marcados
para la llegada
para el tiempo sin anclajes
En Lyon,sin maletas y la voz gritando.
Un gran beso,poetisa
Sabes Ame...?
ResponderEliminarSe lo que ese viento del norte te cuesta.
Se lo que esa lejania es para ti.
Se lo que representa no tenerla junto a ti y poder mimarla, y abrazarla y sentir tus ojos posarse en su cara risueña.
Se todo eso y se que aunque cada uno de los minutos que la tienes lejos te rompe entera....los das por bien empleados porque se está labrando una vida.
Tu sacrificio es lo que le dará mañana la herramientas necesarias para seguir su propia vida y tu sonreiras porque el viento del sur te la trajo convertida en una mujer pero una mujer con muchisimo mas de con lo que se te fué.
Una mujer que al mirarte se sentira feliz por tener a una madre como la suya y sabes porque...? porque le guardaste la mandarinas y sobre todo por el caudal de besos de tu horno y porque...tus ojos siempre se llenaron de primavera al mirarla y ademas...se la regalaste.
Desde el mejor lado de mi corazón...te envio mi cariño
Regresará Ame....porque no hay nadie que se resista a las mandarinas y al calor de tus besos....besooss
ResponderEliminarMandarinas en la cocina, con su aroma.
ResponderEliminarSi él entra, le arrebatará al horno tus besos.
Saludos.
Es cierto, querida Ame, Lyon está demasiado lejos, pero tú sabes que la tienes demasiado cerca, tan cerca como tu corazón.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Amelinda, ya sabes qué pienso de las mandarinas y cómo me gustan... Te pillo nostálgica en este poema. Ojalá sea nostalgia de la buena, de la que recuerda los afectos lejanos y los ansía más próximos y accesibles. Y esos besos en el horno deben estar calentitos y deliciosos como pan fresco o galletas cuando los saques para compartirlos con quienes los merezcan. Sea como sea, sorgina mía, aquí estoy. El "crecer" y darnos cuenta de que no podemos asirnos de nada que no sea nosotros mismos (¡y a veces ni siquiera eso!) es motivo siempre de gran melancolía y no pocos oscuros pensamientos. Ilumínate con todo el amor que te rodea y con todo el amor que vive dentro de ti. No sé si te han dicho, pero he comenzado a visitar a tus otras dos "trillizas": las tres totalmente diferentes y sin embargo, tan entrañables y tan parecidas en lo esencial: son sensibles y aman. Besitos para ti donde más los necesites.
ResponderEliminarAme... después del poema de tu adorado Pedro, esas mandarinas en la cocina se me antojan deliciosas. Creo que aunque Lyon esté tan lejos, ese viento del nord sentirà la primavera....Es siempre un gusto leerte.
ResponderEliminarUN besazo.
Leo
Aunque sea dura la ausencia y más tenue la luz en sus ojos, se fragua en ellos una luz mayor e indestructible a su regreso... Paciencia, Ame.
ResponderEliminarY mientras, ve llenando el horno de besos y de primaveras para cuando tengas que dárselos.
Te quiero, trilliza.
"Prometo regalarte la primavera". Así vuelve cualquiera. Es un poema precioso.
ResponderEliminarBesos
Todos los momentos son testigos de las ausencias que nos dejan el frio pegado al alma, hasta la vuelta. Un abrazo
ResponderEliminarQué lejos nos vamos Amelia, qué vacíos se quedan nuestros cuartos. Y qué gusto da volver a esa primavera maternal llena de besos calentitos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarBuen poema, Amelia.
ResponderEliminarEs hermosa esta poesía, con una ternura que envuelve con lo que se alcanza a imaginar o soñar, a través de esa fragancia, la tibieza, la nostalgia y una invitación a un tiempo dulce al regreso de quien se quiere.
ResponderEliminarMe parece de una exquisita sensibilidad.
Muchos abrazos, Anouna