Un poco cansada de tanta
desesperanza, de tanta tristeza, de tanta crisis, he decidido comenzar un
diario que cuente las pequeñas o grandes alegrías de cada día. Esos momentos
que, seguro, todos tenemos y, a veces, pasan desapercibidos. Voy a comenzar a
escribir mi
DIARIO DE LA ALEGRÍA.
20 DE AGOSTO DE 2012
Ella pedía
limosna, sentada en las escaleras de la catedral. La suave sombra que
proyectaba la fachada principal le daba alivio a los treinta grados de primera
hora de esa mañana de agosto.
Sus ojos,
sombríos, apagados, miraban el suelo extranjero con toda la tristeza del mundo.
Él llegaba
sonriendo, con paso decidido y enérgico. Bajaba la calle habitual hacia su
puesto de trabajo, agradecido a la vida por tener tanto. En su mano, llevaba el
almuerzo: un paquete de rosquilletas y una botellita de yogur líquido.
Entonces la
vio.
Se dirigió
hacia ella, le tomó la mano, la miró a los ojos sonriendo y le regaló su
almuerzo.
Ella sonrío,
con el rostro iluminado de repente.
Fueron unos
segundos. Seguramente, nadie más que ellos dos y yo, vimos una luz especial en
la mañana de agosto.
21 DE AGOSTO
DE 2012
Decir que me
encanta el mar es una extrema contención. No podría vivir mucho tiempo lejos de
él. Y bañarme en el agua templada de mi Mediterráneo, a las siete de la tarde,
cuando aún hay sol pero no tanto; cuando aún hay gente, pero no tanta; cuando
el mar comienza su leve marea nocturna, es un placer que no se paga con dinero.
Mi hija
mayor y yo, hacemos eso alguna tarde. Después de trabajar un rato, bajamos a la
playa, tomamos un poquito el sol, paseamos por la orilla y nos damos un
chapuzón.
Son momentos
de confidencias y de complicidades que me llenan de felicidad.
Alguna de
esas tardes, rematamos el día tomando un Martini en una terraza al lado mismo
de la arena, viendo cómo el mar se vuelve gris y se prepara para la hermosa
noche mediterránea.
Pequeños
lujos que sosiegan el alma y alegran la sonrisa.
22 DE AGOSTO
DE 2012
Las tardes
de los miércoles son tardes muy especiales. Nos reunimos los poetas de El
almadar y compartimos nuestra poesía y la que vamos descubriendo en otros
poetas, reconocidos o no. Vernos sentados alrededor de la mesa, escuchar sus
poemas, sus abrazos al llegar, convierten el lugar en una isla de magia,
sosiego y cariño.
Y hemos
conseguido algo nada fácil, un lujo que atesorar: nos escuchamos, nos sugerimos,
opinamos, nos corregimos… Con todo el respeto, la humildad y el cariño. Y, así,
conseguimos crecer. Crecer como poetas y como personas.
Las tardes
de los miércoles son felicidad. Es el viaje y la llegada a la Ítaca soñada.
Me parece una iniciativa estupenda, Amelia.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte de tierra firme ( o dos).
¡Qué envidia la de esos miércoles de poesía! Y la de esos baños vespertinos. Qué buena idea la del diario de la alegría.
ResponderEliminarMuchos besos, Ame
Hacia tiempo que no pasaba por tu casa, y como siempre hay belleza por todos los rincones
ResponderEliminarUn abrazo
hoy me siento inmensamente feliz porque he compatido un silencio con la mujer que amo, un silencio tan nuestro, tan diferente del resto de silencios...ha sido un momento de magia, como si el universo nos quisiera reunir para compartir simplemente una mirada.
ResponderEliminarSólo de leer estas piezas de tu diario me entra como una pequeña "envidia" por esa paz y alegría de tus letras y en especial por esos encuentros poéticos que citas. Quizás tenga que intentar algo parecido entre mis amigos, pero aquí, en mi tierra, habiendo tantos, estamos muy distanciados y eso es lo malo.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de semana.
La verdad que es un diario precioso. A veces uno se cansa de leer por todas partes tantas cosas alejadas de la realidad. La realidad está cruda, pero aún queda mucho espacio para mirar hacia dentro y volcar todo lo que importa. Importa la vida, importa la gente, importa avanzar.
ResponderEliminarSaludos
Es como un soplo de aire fresco tu diario, fuera crisis, problemas, y sumerjámonos en esas pequeñas alegrías de cada día que a veces pasan desapercibidas, son momentos que perdemos, miremos a nuestro alrededor hay tanto por descubrir, tanto que dar y vivir….
ResponderEliminarMaravillosa la idea que has tenido con escribir el Diario de la Alegría.
Me alegra saludarte Amelia.
Un cálido abrazo
Ya sabes que fielmente leeré tu diario. Me pareció precioso y alegre, aunque agridulce, a veces. Un abrazo.
ResponderEliminarTengo poco tiempo leyendo tus poemas, descubrí casualmente tu blog y desde entonces para darle música a mi alma, me sumergo a tus lecturas que apaciguan los tiempos bravíos de mi océano, convirtiendo mis mareas en palabras de espumosa calma. saludos desde México.
ResponderEliminarMartín
Es una magnífica idea esta de intentar dejar huella para el mañana de aquellos momentos en que el presente se vistió (o al menos se adornó) con trajes o complementos de alegría.
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