Poetas sin sofá y reclusos del C.P. de Albocàcer |
Hemos llegado al centro penitenciario a las 9 a.m. y, tras dejar todas nuestras pertenencias en una taquilla y pasar los pertinentes controles de seguridad, nos han dirigido, muy amablemente, hacia el salón de actos.
Todas las zonas que hemos atravesado, mostraban unas instalaciones nuevas, luminosas y acogedoras. El patio, de no ser por las alambradas retorcidas que recordaban las de las películas, parecía el de una residencia de estudiantes o similar.
En el escenario nos esperaban un grupo de unos diez reclusos que iban a participar en el recital. Nos hemos sentado en un semicírculo amplio alrededor del micrófono, alternando los asientos - recluso, no recluso - y hemos ensayado un poco lo que íbamos a hacer.
Hemos combinado el recital poético con música: por un lado, una joven cantautora que ha ido con nosotros, ha cantado a la guitarra tres canciones; por otro, unos reclusos ponían un fondo de guitarra a nuestros/sus poemas. Unos guitarristas FABULOSOS.
Ha sido MUY emocionante. He de confesar que, a mí, se me han llenado los ojos de lágrimas tres veces.
El salón estaba lleno. El público, muy respetuoso y concentrado.
En mi turno en particular, he dicho “buenos días”, y me han respondido a coro, mientras yo seguía diciendo que era un verdadero placer compartir ese rato con ellos. Me ha gustado oírles contestar. Me he presentado y he leído el poema “Mi madre”, dedicado a todas las madres. A continuación he leído el poema “Si lloviera” y, mientras, otro compañero ha acercado a mi lado a uno de nuestros poetas, un hombre ciego, que me ha dado la réplica con su poema “Si yo viera”. Han aplaudido con ganas.
Y así todo el rato. Verdaderamente ha sido un acto lleno de emoción. Cada poema recitado por ellos arrancaba una fuerte ovación. Y cada uno de los nuestros ha dado lugar a momentos muy, muy emocionantes.
Les hemos llevado libros para la biblioteca, algunos de nuestros cuadernos y otros de relatos escritos por otra componente de Poetas sin sofá.
Al salir, nos hemos hecho fotografías con ellos y nos hemos despedido con besos y abrazos.
Alfonso, Cristian...mis compañeros de silla...sé que no podéis acceder a Internet y, menos, leer estos recuerdos, pero ha sido un honor estar sentada entre vosotros.
Y, este, uno de esos días inolvidables que siempre se guardan en el corazón.
Precioso el momento que enmarca esta entrada. Sin dudas, cuando la poesía vulnera los límites (palpables y no palpables) pareciera que se termina de definir como un poderoso agente revolucionario, en el sentido más espiritual de la palabra,
ResponderEliminarUn abrazo, muy emocionante, tus letras muestran un alma muy generosa.
Me hubiera gustado estar allí y oir vuestro recital.
ResponderEliminarSeguro que poder llegar al corazón de unas personas a las que muchas veces olvidamos o evitamos recordar, sería muy emotivo.
Muchos besos y gracias
Valla, tu sí que me hiciste leer, jejeej, pero ya no estoy en deuda, pues me puse al día con tu blog, un placer leerte recién llegado y con el salitre aun en la garganta.
ResponderEliminarUn beso.
Gino.
Emocionante tu relato.Me ha gustado mucho y te felicito por la iniciativa.En la cárcel, ya sabes: Ni están todos los que son ni son todos los que están.Un cordial saludo.
ResponderEliminarA través de tus palabras Ame casi se puede vivir lo que ha sido este acontecimiento en la vida de los internos y de los que accedisteis al centro. Grato, emotivo y como señalas una experiencia inolvidable.
ResponderEliminarEs un placer oírte expresar con esa emoción tan viva... tan tuya.
Un fuerte abrazo amiga
Que lindo Amelia. Haberte encontrado. Me encantan esas iniciativas de la poesía, todo a pulmón, sin mucho apoyo, y la poesía sigue adelante. Te cuento que estaré por España en un encuentro de poetas organizado en Ourense, y también daré algunos recitales por Córdoba, Zaragoza, y Valencia, y de paso aprovecharé para seguir presentando mi novela, Detrás de las sonrisas. Ustedes de donde son?
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